En este tipo de relación, la persona con necesidad de apoyo se ve ante una situación de heteronomía, en la que las decisiones sobre su día a día son tomadas por otras personas. Tanto es así que, en la relación establecidas con los profesionales, éstos son los que saben, deciden y actúan, mientras que la persona con necesidad de apoyos espera constantemente a que los demás tomen la decisión por ella.
Con la llegada del modelo de Atención Centrada en la persona, se enfatiza en la relación de ayuda que se establece entre el profesional y la persona con necesidad de apoyos, creando relaciones, que, frente a la verticalidad de la anterior, presentan un equilibrio horizontal, basadas en el respeto a la autonomía de la persona mayor. Es en esta relación cuando la persona que requiere la proporción de cuidados es quien decide sobre el control de su vida, mientras que el profesional, acompaña y espera sin juzgar.
Este tipo de relación solo de crea a través del la empatía y la escucha activa de la persona. El desarrollo de la empatía y la escucha activa, ayuda al profesional a acercase a la persona que va a proveer de cuidados a través de la comprensión y el respeto, generando una conexión positiva con ella.
La proporción del cuidado se convierte en un encuentro en el que se ha de dar en primer lugar, comprensión de la experiencia ajena y en segundo lugar hacer saber a la persona que se le ha comprendido, como bien explica Jose Carlo Bermejo en su libro sobre la relación de ayuda.
En definitiva, el modelo de Atención Centrada en la persona, invita a los profesionales al respeto a la autonomía de la persona en situación de fragilidad, dependencia o discapacidad, a través de lazos que velen por su dignidad y siempre a través del respeto y acompañamiento en sus decisiones en cuanto a su proyecto vital.