El conocimiento de la persona, un aspecto clave en la humanización del cuidado
Con el nuevo paradigma de la humanización del cuidado, de la atención centrada en la persona y del cuidado sin sujeciones físicas y farmacológicas, salen a la luz cuestiones, hasta ahora inexistentes, sobre qué y cómo estamos ofreciendo apoyos a las personas con demencia.
En anteriores blog hemos tratado el tema del modelo enriquecido de demencia, pero para que éste exista, ha sido necesario partir de un modelo centrado en la demencia, donde el foco principal se encuentra en los déficits de las personas. Este paradigma se encuentra bajo un paraguas biomédico donde toda apreciación, diagnóstico e intervención sobre la persona con demencia, viene definido y explicado por el daño neurológico que ésta posee. De esta forma toda conducta, sea considerada alteración o no, viene definida por el diagnóstico que esta persona posee.
En el modelo tradicional atención, la base de sustentación es la enfermedad que cada persona posee, otorgando menor valor y restando relevancia al resto de componentes que intervienen en la experiencia subjetiva de la persona con demencia. Para el modelo actual, la psicología social, la salud, la biografía, y su personalidad no intervienen en la conducta de la persona y en la manera en la que vive su proceso de demencia. De esta manera, y anclados en el paradigma tradicional, las conductas de las personas con demencia se vienen explicadas por su enfermedad y no por vivencias.
Una grave consecuencia de esta concepción y de interpretación de las conductas de personas con demencia, es el uso de sujeciones físicas y farmacológicas.
Con la finalidad de evitar caídas como consecuencia de alteraciones de conducta y otras consecuencias adversas , el modelo de atención tradicional, ha desencadenado una práctica despersonalizadora como es la de sujetar a las personas con demencia en contra de su voluntad.
Para poder reducir y/o eliminar sujeciones físicas y farmacológicas, es fundamental conocer a la persona en profundidad y para esto es necesario eliminar cualquier barrera que le impida desempeñarse de forma autónoma, independientemente de su situación cognitiva.
Conocer a la persona, solo ofrece estrategias efectivas y eficientes a los profesionales para alejarse del déficit de las personas con demencia y centrarse en las capacidades conservadas y poder anticiparse a la posible alteración de conducta, evitando que ésta escale en intensidad y reduciendo así el malestar que genera en la propia persona y el posible uso de sujeción física y/o farmacológica.
Con la humanización del cuidado nos alejamos del “modo de actuación tradicional de los profesionales” interviniendo en la consecuencia de la conducta, y nos acercamos al modelo enriquecido de demencia, donde se pone en valor la experiencia de subjetiva de la persona, intentando evidenciar el motivo de la posible alteración , actuando sobre la causa de la alteración de conducta y no sobre la consecuencia.
Para esto es fundamental el cambio de mirada sobre la persona con demencia, y esto solo lo aporta la formación en manejo de alteraciones de conducta en personas con demencia y la reducción de sujeciones físicas.
Ambas formaciones aportan al profesional las estrategias necesarias para intervenir de forma positiva con las persona con demencia, centrándose en sus capacidades y respetando sus derechos y dignidad, porque no olvidemos, que las personas con demencia, no son demencias, son personas.